Imaginad la escena del experimento: cuarenta hombres se
ofrecieron voluntarios para realizar un experimento sobre el aprendizaje y la
memoria. Realmente, es un estudio sobre el grado de obediencia a la autoridad. Cuando
el voluntario aparece en el laboratorio, se le empareja con otro participante y
el investigador les explica que están contrastando los efectos del castigo
sobre el aprendizaje.
La prueba requiere que uno de los participantes, (el
aprendiz), memorice una lista de pares de palabras sobre las cuales el otro participante,
(el profesor), le examinará. Los dos voluntarios echan a suertes el papel que
desempeñará cada uno o eso es lo que les hacen creer. Ya que, el sujeto
sometido al experimento siempre hará el papel de profesor, el alumno es un
cómplice del investigador y sabe que no debe temer nada.
Se les conduce a un Generador de Descargas, en el cual
hay interruptores para poder elegir desde una potencia de 15 voltios hasta 450
(descarga muy fuerte). Pulsando los diferentes interruptores, el profesor
suministrará descargas al alumno, estas irán siendo más fuertes cada vez que
falle una respuesta. El alumno es atado a la silla eléctrica y conectado a los
electrodos. El investigador asegura que “aunque las descargas pueden ser
extremadamente dolorosas, no causan ningún daño permanente”. (El alumno no está
de verdad conectado a la corriente, pero el sujeto que hace de profesor no lo
sabe).
Al principio, el alumno responde correctamente varias
veces, pero también se equivoca algunas. A cada error, el sujeto conecta el
siguiente interruptos. Con la quinta descarga, a 75 voltios, la víctima
comienza a quejarse y gemir. A los 150 pide abandonar el experimento. A los 180
grita que no puede soportar el dolor. El sujeto oye a la víctima golpear la
pared y suplicar que le dejen salir del cuarto. Pero, esto no constituye una
respuesta correcta, por lo que el investigador instruye al profesor para que
vuelva a aumentar el voltaje.
Los participantes en este experimento eran una muestra
elegida al azar entre hombres de negocios, profesionales, administrativos y
obreros. ¿Cuántos de nosotros habríamos continuado suministrando descargas? Probablemente,
todos pensemos que nosotros mismos nos negaríamos a continuar. Pero se ha
demostrado que esto no es así.
Más del 65% continuó administrando descargas hasta el
final. No es porque fueran crueles o sádicos. Sudaban, temblaban y mostraban
signos de tensión, pero, obedecían. Y no solo los estadounidenses; el
experimento se repitió en Australia, Jordania, España, Alemania y los Países
Bajos obteniendo similares resultados. Las mujeres demostraron ser tan
obedientes como los hombres.
Conclusiones:
- Una proporción muy alta de personas infringiría daño a otras con tal de obedecer a la autoridad.
- La proporción de sujetos obedientes disminuye al 10% cuando se enfrentan al experimento junto con dos compañeros que actúan de profesores.
- La ausencia física de la figura autoritaria (dar las órdenes por teléfono) hacía que disminuyese la obediencia al 25%.
- Cuando podían ver directamente al alumno, disminuía la obediencia al 40%.
Este experimento fue llevado a cabo por Stanley Milgram y fue publicado en 1963.
Muy interesante este artículo a la par que espeluznante! Espero no verme en esa situación nunca.
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